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Cuanto más navego las redes, más quiero a mis libros

Belén Badía

Vivimos en una era donde la información fluye a un ritmo vertiginoso, bombardeándonos desde todas las direcciones. Redes sociales, noticias instantáneas, videos virales... todo está diseñado para captar nuestra atención y mantenernos enganchados. Sin embargo, cuanto más navego estas redes, más aprecio el valor de los libros. Esta afirmación puede sonar paradójica en un mundo cada vez más digital, pero hay razones profundas y fundamentadas que explican este sentimiento, respaldadas por las ideas de pensadores como Walter Ong y Marshall McLuhan.



El medio es el mensaje

Marshall McLuhan, un visionario en el campo de la comunicación, acuñó la famosa frase "el medio es el mensaje". Con esto, McLuhan nos invitaba a reflexionar sobre cómo el medio a través del cual consumimos información influye en nuestra percepción y entendimiento de la misma. Las redes sociales, con su inmediatez y fragmentación, moldean nuestra mente de una manera particular: nos acostumbran a la gratificación instantánea, a los mensajes cortos y a la sobrecarga sensorial. En contraste, la lectura de libros es un medio que requiere y fomenta una atención prolongada, una reflexión profunda y un compromiso cognitivo significativo.



La lectura como ordenadora de las ideas

Walter Ong, otro gran pensador en el campo de la comunicación, destacó la diferencia entre las culturas orales y las culturas literarias. Según Ong, la escritura y, por ende, la lectura, transforman profundamente nuestra forma de pensar. Los libros, al exigir una secuencia lineal de pensamiento, ayudan a estructurar y ordenar nuestras ideas. Leer no solo nos proporciona información; también nos enseña a pensar de manera lógica y coherente, habilidades que son esenciales en un mundo cada vez más complejo y lleno de ruido.


Navegar versus leer

Navegar por las redes sociales y leer un libro son actividades fundamentalmente diferentes. Mientras que el primero nos sumerge en un mar de fragmentos de información desordenada, el segundo nos invita a un viaje profundo y estructurado. Los libros nos permiten sumergirnos en mundos complejos, explorar ideas a fondo y desarrollar una comprensión más matizada de los temas. Nos enseñan a ser pacientes, a apreciar la belleza del lenguaje y a cultivar una mente crítica y reflexiva.


La tranquilidad de la lectura

En un mundo donde la velocidad y la superficialidad parecen ser la norma, los libros nos ofrecen un refugio de tranquilidad y profundidad. Nos permiten desconectar del ruido constante y sumergirnos en un espacio de introspección y aprendizaje. Cada página nos invita a ralentizar, a saborear las palabras y a reflexionar sobre su significado.


Conclusión

Cuanto más tiempo paso navegando las redes, más valoro la lectura de libros. Las ideas de McLuhan y Ong nos ayudan a entender por qué: los libros, como medio, tienen un poder transformador que va más allá del simple acto de leer. Nos enseñan a pensar, a reflexionar y a conectarnos con nosotros mismos de una manera que las redes sociales simplemente no pueden ofrecer. En este sentido, leer es no solo un acto de consumo de información, sino también un acto de resistencia y de autoafirmación en un mundo dominado por la superficialidad y la prisa.

 
 
 

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